viernes, 20 de septiembre de 2013

"¡¿Cómo que no puedes?! Si sólo es la Final de la Champions League, hombre".

Ya estoy de vuelta una vez más por aquí. Aunque he tenido que limpiar las telarañas de los rincones del blog antes de publicar esta entrada, creo que me ha quedado bastante curiosa, oiga.
Tras el último post, donde hablaba de la Presión Psicológica ("¡Pero cómo ha fallado eso! ¡¡¡Qué perdemos la final!!!"), tuve la sensación se me estaba quedando un poco cojo, que me faltaba algo por plasmar. Así que podría considerarse éste como la segunda parte del post anterior aunque tenga otro título (si no lo has leído te invito a que lo hagas). La Presión Psicológica viene desencadenada por diversos factores, algunos mencionados con anterioridad de forma muy escueta, que consiguen generar un estado emocional que de estrés e incomodidad que limita muy notablemente el rendimiento deportivo. De esta forma, paralelamente con la presión aparece la ansiedad. Hay que apuntar también que me estoy refiriendo a la presión psicológica en su concepción más negativa, porque cuando un jugador de fútbol pisa al campo para disputar la Final de la Champions League tiene cierta presión, pero claro eso no quiere decir que disminuya el rendimiento.



Una imagen vale más que mil palabras, y aprovecho para apuntar que pongo siempre ejemplos de fútbol porque por norma general es el deporte más mediatizado, me gustaría referirme a otros deportes pero considero que así es más fácil de entender. Retomando nuestro tema, ¿qué entendemos por ansiedad en el deporte? Básicamente podríamos considerarla como un estado emocional negativo que incluye sensaciones de nerviosismo, preocupación y aprensión, que están relacionadas con la activación del organismo. La investigación acerca de esta variable psicológica es muy amplia, debido a que puede manifestarse de diferentes formas o momentos en función del sujeto, la causa y el nivel de presión. Voy a intentar explicarlo todo de forma rápida pero completa e inteligible, a pesar de que todos tenemos una idea bastante aproximada del concepto. Como sabemos, la ansiedad provoca unos efectos sobre el propio cuerpo forjados por la activación del Sistema Nervioso Autónomo causados por un desequilibrio psicológico, cuyos síntomas se presentan como: desconfianza, pensamientos negativos, inflexibilidad, preocupación, irritabilidad, dificultades de atención, acentuación de conflictos personales, disminución en la capacidad de procesamiento de la información, disminución del autocontrol, fatiga, insomnio, dificultades para la relajación, preocupación, irritabilidad, distracción. Aunque parezcan muchos, no resulta tan complicado que en un mismo sujeto aparezcan todos y cada uno de ellos. A raíz de la sintomatología psicológica aparecen los síntomas físicos, que se caracterizan por la aceleración de la tasa de pulsaciones por minuto, el incremento de la presión sanguínea, un aumento de la tensión muscular, dificultades respiratorias, sudoración, mareos, nauseas y sequedad bucal (Navarro, J. I., y col.; 1995).
Me gustaría seguir abriendo cajones conceptuales y hablar un poco sobre cada uno de los síntomas, pero no quiero un post kilométrico.


Como ejemplo clarísimo de ansiedad deportiva existe el caso de Jesús Navas, actualmente Campeón del Mundo y Europa, y jugador de uno de los mejores equipos de la Premier League. Navas tuvo que recuperarse de unos problemas de ansiedad que le impedían viajar con el equipo, y hasta tuvo que hacer el esfuerzo en recuperarse para poder seguir creciendo como deportista y tener la posibilidad de viajar para disputar campeonatos.

Las lesiones pueden ser causantes de la ansiedad. Una lesión implica una recuperación que en muchas ocasiones resultan complicadas y dolorosas. Esto puede causar que el deportista genere miedos conforme a sí mismo, y su autoconcepto resulte damnificado. El miedo a no recuperar su forma o a recaer de la lesión puede conseguir frustrarle. Por ello, sobre todo en clubes que se lo pueden permitir, en una lesión no intervienen únicamente médicos, fisioterapeutas o readaptadores físicos, sino que la labor del psicólogo deportivo será conseguir que el deportista no pierda su equilibrio emocional.


Sergio Canales, es un jugador del Valencia C. F., que durante las pasadas temporadas sufrió dos lesiones consecutivas de rotura del ligamento cruzado anterior, obligándole cada una de ellas a operarse y recuperarse durante 6 meses. Además durante el pasado Europeo de este mismo verano, tuvo que retirarse de la competición por lesión. Aunque desconozco el dato, seguramente los psicólogos del club le han ayudado emocionalmente en su recuperación.

Dando un pasito atrás, y situándonos en el plano más genérico del tema, la presión, en otras ocasiones los deportistas sufren lo que se conoce como ‘Síndrome Burnout’. ¡No! No es lo que piensas. De ninguna manera es una adicción a las bebidas energéticas (chiste malo). El burnout es un desequilibrio entre el estrés y la recuperación al producirse situaciones de alto estrés y poca regeneración.  Por otra parte, el síndrome burnout se representa como una pérdida progresiva de idealismo, energía y motivación, apareciendo un estado de fatiga, incremento de la irritabilidad y pérdida de entusiasmo, producido por un “trabajo” duro realizado durante demasiado tiempo en situaciones de alta presión. Se caracteriza por un agotamiento emocional y actitudinal. El Síndrome de Burnout no sólo está presente en el panorama deportivo, sino que en la sociedad actual existen diversos estudios e investigaciones que miden tasas de burnout. Existen numerosos ejemplos sobre este síndrome, que pueden encontrarse fácilmente en personas de nuestro alrededor que han perdido la ‘chispa’ o la ilusión por su trabajo.

Me despido una vez más dando las gracias a los lectores y colaboradores, y esperando que os haya gustado.
Un abrazo, @JuankiLungaran



PD: En este post me han salido menos chispas humorísticas, tendré que mirar no vaya a ser que esté sufriendo algún síntoma ;)