Ya estoy de vuelta una vez más por aquí.
Aunque he tenido que limpiar las telarañas de los rincones del blog antes de
publicar esta entrada, creo que me ha quedado bastante curiosa, oiga.
Tras el último post, donde hablaba de la
Presión Psicológica ("¡Pero cómo ha fallado eso! ¡¡¡Qué perdemos la final!!!"), tuve la sensación se me estaba quedando un poco
cojo, que me faltaba algo por plasmar. Así que podría considerarse éste como la
segunda parte del post anterior aunque tenga otro título (si no lo has leído te
invito a que lo hagas). La Presión Psicológica viene desencadenada por diversos
factores, algunos mencionados con anterioridad de forma muy escueta,
que consiguen generar un estado emocional que de estrés e incomodidad que
limita muy notablemente el rendimiento deportivo. De esta forma, paralelamente
con la presión aparece la ansiedad. Hay que apuntar también que me estoy
refiriendo a la presión psicológica en su concepción más negativa, porque
cuando un jugador de fútbol pisa al campo para disputar la Final de la
Champions League tiene cierta presión, pero claro eso no quiere decir que
disminuya el rendimiento.
Una imagen vale más que
mil palabras, y aprovecho para apuntar que pongo siempre ejemplos de fútbol
porque por norma general es el deporte más mediatizado, me gustaría referirme a
otros deportes pero considero que así es más fácil de entender. Retomando nuestro
tema, ¿qué entendemos por ansiedad en el deporte? Básicamente podríamos
considerarla como un estado emocional negativo que incluye sensaciones de
nerviosismo, preocupación y aprensión, que están relacionadas con la activación
del organismo. La investigación acerca de esta variable psicológica es muy
amplia, debido a que puede manifestarse de diferentes formas o momentos en
función del sujeto, la causa y el nivel de presión. Voy a intentar explicarlo
todo de forma rápida pero completa e inteligible, a pesar de que todos tenemos
una idea bastante aproximada del concepto. Como sabemos, la ansiedad provoca
unos efectos sobre el propio cuerpo forjados por la activación del Sistema
Nervioso Autónomo causados por un desequilibrio psicológico, cuyos síntomas se
presentan como: desconfianza,
pensamientos negativos, inflexibilidad, preocupación, irritabilidad,
dificultades de atención, acentuación de conflictos personales, disminución en
la capacidad de procesamiento de la información, disminución del autocontrol,
fatiga, insomnio, dificultades para la relajación, preocupación, irritabilidad,
distracción. Aunque parezcan muchos, no resulta tan complicado que en un mismo
sujeto aparezcan todos y cada uno de ellos. A raíz de la sintomatología
psicológica aparecen los síntomas físicos, que se
caracterizan por la aceleración de la tasa
de pulsaciones por minuto, el incremento de la presión sanguínea, un aumento de
la tensión muscular, dificultades respiratorias, sudoración, mareos, nauseas y
sequedad bucal (Navarro, J. I., y col.; 1995).
Me gustaría seguir abriendo cajones conceptuales y hablar un poco sobre
cada uno de los síntomas, pero no quiero un post kilométrico.
Como ejemplo clarísimo de ansiedad deportiva existe el caso de Jesús
Navas, actualmente Campeón del Mundo y Europa, y jugador de uno de los mejores
equipos de la Premier League. Navas tuvo que recuperarse de unos problemas de
ansiedad que le impedían viajar con
el equipo, y hasta tuvo que hacer el esfuerzo en recuperarse para poder seguir
creciendo como deportista y tener la posibilidad de viajar para disputar
campeonatos.
Las lesiones pueden ser causantes de la ansiedad. Una lesión implica una
recuperación que en muchas ocasiones resultan complicadas y dolorosas. Esto
puede causar que el deportista genere miedos conforme a sí mismo, y su
autoconcepto resulte damnificado. El miedo a no recuperar su forma o a recaer
de la lesión puede conseguir frustrarle. Por ello, sobre todo en clubes que se
lo pueden permitir, en una lesión no intervienen únicamente médicos, fisioterapeutas
o readaptadores físicos, sino que la labor del psicólogo deportivo será
conseguir que el deportista no pierda su equilibrio emocional.
Sergio Canales, es un jugador del Valencia C. F., que durante las
pasadas temporadas sufrió dos lesiones consecutivas de rotura del ligamento
cruzado anterior, obligándole cada una de ellas a operarse y recuperarse
durante 6 meses. Además durante el pasado Europeo de este mismo verano, tuvo
que retirarse de la competición por lesión. Aunque desconozco el dato,
seguramente los psicólogos del club le han ayudado emocionalmente en su
recuperación.
Dando un pasito atrás, y situándonos en el
plano más genérico del tema, la presión, en otras ocasiones los deportistas
sufren lo que se conoce como ‘Síndrome Burnout’.
¡No! No es lo que piensas. De ninguna manera es una adicción a las bebidas
energéticas (chiste malo). El burnout
es un desequilibrio entre el estrés y la recuperación al producirse situaciones
de alto estrés y poca regeneración. Por
otra parte, el síndrome burnout se representa como una pérdida
progresiva de idealismo, energía y motivación, apareciendo un estado de fatiga,
incremento de la irritabilidad y pérdida de entusiasmo, producido por un
“trabajo” duro realizado durante demasiado tiempo en situaciones de alta
presión. Se caracteriza por un agotamiento emocional y actitudinal. El Síndrome
de Burnout no sólo está presente en
el panorama deportivo, sino que en la sociedad actual existen diversos estudios
e investigaciones que miden tasas de burnout.
Existen numerosos ejemplos sobre este síndrome, que pueden encontrarse fácilmente
en personas de nuestro alrededor que han perdido la ‘chispa’ o la ilusión por
su trabajo.
Me despido una vez
más dando las gracias a los lectores y colaboradores, y esperando que os haya
gustado.
Un abrazo,
@JuankiLungaran
PD: En este post me han salido menos chispas humorísticas, tendré que mirar no vaya a ser que esté sufriendo algún síntoma ;)