Aunque me ha costado un
poco acabar este post, por fin lo he conseguido… Esta semana nos toca hablar
sobre la presión. Pero que nadie se confunda, por presión no debemos entender
un concepto táctico defensivo para robar el balón. Hablamos de esa sensación
que nos hace sentirnos frustrados e incómodos mientras practicamos nuestro
deporte. Hablamos de la presión psicológica. ¿Por qué tenemos esa sensación? La
presión no es otra cosa que el peso de la responsabilidad sobre nosotros
mismos. ¿Cómo podríamos definir la presión psicológica? Se trata de una
situación de estrés emocional por la ‘obligación’ de conseguir un objetivo
determinado. En algún momento de nuestra vida, todos hemos oído a alguien
mencionar que un determinado jugador, atleta, etc. tiene presión, utilizando la
mítica frase de “le puede la presión”.
Hasta aquí, considero que no estamos
hablando de nada nuevo. Es bien sabido por todos que la presión psicológica es
una variable que es parte del deporte. Bueno del deporte… la presión es parte
de la vida. A menudo todos y cada uno de nosotros sufrimos periodos de estrés,
sobre todo en el trabajo (o también por la ausencia de trabajo). Vuelvo a
reiterar en lo de siempre: el deporte es un reflejo intensificado de la vida.
En el deporte hay fases de entrenamiento o formación durante varios años, fases
de competición donde tenemos que poner a prueba lo que hemos aprendido y lo que
valemos, hay derrotas y victorias, ascensos y descensos, lesiones que te
apartan de tus metas, ambiciones y retos de superación que queremos alcanzar.
Pero todo concentrado e intensificado. Existen jugadores que logran alcanzar un
rendimiento determinado y pueden promocionar hasta jugar a nivel profesional.
Otros, la inmensa mayoría, no llegan a alcanzar esos niveles, desarrollando su
juego en niveles inferiores. En cualquier caso, existen diferentes niveles de
rendimiento (podemos llamarlo calidad). En cada nivel, existen una serie de
responsabilidades con las que el deportista debe lidiar para conseguir los objetivos
que deben cumplir. No olvidemos que a mayor nivel, mayor responsabilidad. Ya lo
decía el abuelo de Peter Parker en la
película Spiderman: “un gran poder conlleva una gran
responsabilidad”. Pues eso. Los clubes pagan sueldos, en algunos casos
millonarios, y es normal que exijan resultados inminentes (recordemos que no
todo son Real Madrid, Barça o Manchester, existen clubes que no generan esos
ingresos y tienen muchos gastos). Los jugadores a menudo experimentan periodos
de presión, que en los casos de estos equipos tan conocidos suele tratarse de
una presión mediática.
Y claro, todos somos amantes de las
competiciones de máximo nivel, y sobre todo en fútbol, donde todos somos
expertos en la materia. Todos vemos los mismos partidos y cada uno sacamos
nuestras conclusiones. Los mismos jugadores y para unos son “buenos” y para
otros “malos” (entre comillas, porque cualquier jugador de primera división es
un atleta de los pies a la cabeza). Y qué decir de los sueldos… Yo soy de los
que piensan que nadie da ‘duros por pesetas’, nadie paga 100 si gana 20.
Entonces, como estos jugadores salen por la tele, nos creamos una imagen
robótica de ellos. Nos pensamos que son máquinas de jugar al fútbol que no
pueden pensar, sólo chutar… Y claro, pasa lo que pasa, que un momento de
presión puede crear una mancha imborrable en tu currículum.
Saber luchar contra la presión y
jugar con ella se traduce en un nivel alto de rendimiento deportivo. Raúl
decidió lanzar el penalti siendo consciente de la importancia que tenía. Pero
lo que todo el mundo no sabe es que cuando un jugador lanza un penalti decisivo
la portería comienza a reducirse en su mente hasta alcanzar las dimensiones de
una portería de hockey. El peso de la responsabilidad es otro reto que se debe
afrontar en la carrera de cualquier deportista. Por ello, los niveles de
presión están en función de los objetivos que se deban alcanzar en cada
división, nivel o meta. El objetivo de un maratoniano será poder rebajar su
marca de cara a una competición importante, y van pasando los días y es una
marca que se reduce muy lentamente. ¿Todos los deportistas sienten presión? Yo,
personalmente, considero que sí. La presión por norma general, tiene un origen extrínseco,
es decir, que no depende del propio sujeto. Sobre todo en aquellos niveles
donde las exigencias deportivas repercuten en la economía del club. Aunque no
tiene porqué tener un origen económico, las condiciones de un terreno de juego,
la situación de un equipo en la tabla de clasificación, la ansiedad constante
por ser aceptado en un grupo, entre muchísimas otras, pueden ser causa de la
presión. En otros casos, menos frecuentes, suele tener un origen intrínseco,
por las exigencias del propio sujeto, sus metas o sus ambiciones. Y con la
presión viene la ansiedad, de la que
voy a hablar más adelante, en otro post.
¿Y
los niños? ¿Es que nadie piensa en los niños? La presión es un síntoma muy
frecuente en los jóvenes deportistas. Existen padres que condicionan mucho a sus
hijos en el deporte que practican, y aunque en ocasiones no se manifieste
directamente, todos captamos los mensajes y la información que nos llega. Mi
consejo es dar libertad plena en el deporte a los más jóvenes, siempre animando
y apelando a las sensaciones (alegría, tristeza, frustración, euforia…) en
lugar de apelar al resultado o al juego. Hay que estar cerca de ellos, pero
restar importancia a un mal partido o a un mal resultado. Como leí
recientemente en una imagen colgada por mis amigos de FÚTBOL EN POSITIVO, “A VECES SE GANA Y A VECES SE…
APRENDE”. Lo importante en el deporte base es mantener la ilusión y la
motivación y crear hábitos y valores. Así que mi mensaje en voz alta es: “Papás, vosotros ya anduvisteis vuestro
camino, dejad que vuestro hijos creen el suyo. Limitaros a colocar las señales.
No os realicéis a través de ellos, porque no son ni culpables ni conscientes de
lo que no pudisteis alcanzar”.
Hasta
la próxima…
Un
abrazo para todos.