viernes, 17 de octubre de 2014

¿Los engranajes del juego se oxidan? ¡Engrásalos con cohesión!

Los éxitos deportivos… los éxitos siempre están sujetos a numerosas variables, jugadores disciplinados, entrenamientos bien planificados, intensidad en el trabajo diario, coordinación del juego, momentos decisivos bien gestionados… y un sinfín de elementos que hacen que un equipo (o jugador) toque el cielo. Concretamente en los deportes de equipo, normalmente los entrenadores pasa la mayor parte de su tiempo preocupándose de crear un modelo de juego ajustado a las cualidades de sus jugadores, de cómo deben estructurarlo para trabajarlo de la forma más eficaz, de que sus jugadores comprendan los contenidos de ese modelo, la calidad de los entrenamientos… y otro sinfín de componentes y exigencias (inalcanzables muchas veces) para lograr conseguir los objetivos.

Sin embargo, en muchas ocasiones esa preocupación por encajar las piezas que componen ese gran puzle que es el propio juego, deja a un lado otras que facilitan la interacción de todas las partes. En este caso, podemos hablar de elementos grupales, puramente humanos y sociales, que engrasan la maquinaria del propio ritmo diario y el trabajo técnico-táctico. Trabajar los elementos de tipo afectivo, las relaciones interpersonales, la propia cohesión facilita el tránsito a la comprensión, coordinación y solidaridad del juego. Los jugadores trabajarán mejor y se desarrollarán de forma más efectiva en un campo que los dote de confort, frente a un clima que no les aporte confianza. Como he mencionado anteriormente, en pocas ocasiones los entrenadores o monitores son conscientes de la importancia de esta variable del juego, bien por desconocimiento o falta de formación; por falta de tiempo físico; o en otras ocasiones por desestimarlo como algo insignificante. Muchos de nuestros entrenadores, y entrenadores que ejercen en la actualidad basan sus modelos de trabajos en experiencias vividas en sus etapas de juego o sirviéndose de entrenadores propios del pasado como modelos. Debemos ser conscientes de la evolución, y aprender a reciclarnos día a día. El acomodamiento sobre las propias creencias y vivencias resulta ser un sistema docente anticuado que estanca el deporte en el mismo punto a lo largo del tiempo. En este caso debemos recurrir a la evaluación continua para percibir los puntos que flaquean en el clima afectivo del grupo.

Está demostrado mediante un gran número de estudios de diferentes modalidades deportivas de deportes de equipo, que la cohesión de un equipo potencia el rendimiento de su juego deportivo. Sin embargo, en muchas ocasiones es muy difícil conseguir crear un clima favorable entre los propios miembros del equipo o grupo, para ello hay que aprender a gestionar todas las figuras y perfiles (tipos de jugadores y caracteres) que componen al grupo. Cada miembro interpreta un rol en el grupo, y hay que aprender a potenciar ese rol para que aporte lo mejor de sí mismo. La figura más influyente en un grupo es el líder, que en la mayoría de las ocasiones asume su papel de forma natural. El líder por tanto sirve como modelo al resto del grupo, y su opinión o forma de actuar marcará al resto. No obstante, dentro de un mismo grupo pueden existir dos o más líderes, que de no saber trabajar la complementación entre todos ellos fácilmente puede generar enfrentamientos o climas desfavorables para el equipo (subgrupos, discusiones…) por la propia naturaleza. La misión de un entrenador en este caso es la gestión pura. El entrenador debe reconocer todas las figuras y anticiparse a todo lo que pueda suceder. Para ello debe mantenerse constantemente comunicado con ellos, hacerles partícipes de un propio objetivo, y de algún modo responsables de alcanzarlo. Para ello hay que estructurar sus liderazgos, estableciendo de forma ordenada sus funciones como líderes. El líder debe aprender a liderar, no a imponer su criterio, mostrándose asertivo y empático, a la vez que sensato y coherente.

La cohesión como podemos comprobar resulta fundamental para crear un ambiente de trabajo favorable. Más allá, lo que cada entrenador debe pretender conseguir de su equipo no es sólo la cordialidad mutua. El trabajo va más allá del “que fuera se lleven como quieran, pero aquí que se respeten y hagan lo mejor para el equipo”, porque un equipo no se compone sólo de dos piezas. El objetivo es, como bien he mencionado antes, encontrar un clima confortable en el vestuario, los jugadores deben compartir unos objetivos, unas realidades, cada uno debe asumir su papel y dar lo mejor de sí mismo para alcanzarlo. Los jugadores deben encontrarse en familia. Una familia se protege, comparte los problemas, celebra los éxitos. Una familia posee la misma IDENTIDAD. Dotar al equipo de una identidad común es un punto favorable en la cohesión. Cualquier nimiedad que pueda crear una identidad común dentro de un grupo hay que tratar de aplicarla (establecer un patrón común de vestimenta, de conducta, verbal…), en definitiva crear estímulos que interpreten como propios de su equipo o grupo y con el que se sientan a gusto.

Por último, ¿debemos trabajar la cohesión y la identidad en deporte base? La respuesta es un rotundo SI. Aunque nuestro objetivo no sea generar rendimiento deportivo o competitivo, la cohesión siempre va a generar motivación generalizada, ganas de ver a los compañeros, comprensión ante los problemas comunes, solidaridad y cooperación con el grupo, establecimiento de objetivos comunes, etc. etc. etc.
En definitiva, debemos luchar por implantar modelos que generen equipos, y dentro de ellos saber gestionar cada rol que desempeñen nuestros jugadores. Ésta puede ser la solución a muchos problemas de tipo asistencial, o de intensidad y calidad de los entrenamientos, y trabajar la cohesión en un grupo no supone ningún riesgo para trabajar con el grupo. Cualquier elemento puede ser importante, sólo hay que encontrar el punto en común y potenciarlo, es la clave para encontrar el éxito.

Un abrazo a todos y ¡hasta la próxima!
@juankilungaran

miércoles, 30 de abril de 2014

Valores del Deporte, ¿dónde empiezan?

Tras la noticia del ya famoso plátano lanzado a Dani Alves en el Madrigal, el Villarreal ha puesto en marcha una investigación para detectar al autor de la acción. Para la sorpresa de muchos. El, hasta hace poco, anónimo energúmeno, tiene 25 años, y es todo un entrenador de las categorías inferiores del Villarreal, concretamente del Cadete. Bueno, es no, más bien era, porque el Club ha decidido cesarlo del cargo, retirarle su carné de socio y prohibirle la entrada al estadio de por vida. Gran medida, por parte del Villarreal… ¿o no? Lo cierto es que toda esta situación pone de manifiesto que el club ha puesto poco interés en valorar la figura de este entrenador. Sé que muchos no estarán de acuerdo con esto, pero quizá no era merecedor del puesto que ocupaba en un club que sobresale por encima de miles en España. También podemos concluir de toda esta situación que muchas veces los papeles no están por encima de las personas, es decir, que mucha formación no hacen de una persona la mejor cualificada.

Últimamente se desarrollan cientos de campañas para potenciar y extender los valores que el deporte necesita de todos los que lo rodean. Existen campañas antirracismo, antiviolencia, de juego limpio, de respeto al rival y a los árbitros, etc. Sin embargo, no sabemos diferenciar en qué punto el problema está viniendo desde fuera, desde los espectadores, o realmente viene desde dentro… 

La preparación técnica, táctica o psicológica son elementos que ponderan la calidad del fútbol, sin embargo hay otras variantes que a muchos se les escapan de toda su formación: los valores. La humanidad debería ser una parte elemental del deporte, debería estar implícita en el significado de la palabra. La rivalidad y la competición no son sinónimos de enemistad. Un entrenador (en especial los de categorías inferiores y escuelas deportivas) debe ser transmisor de valores positivos, humanitarios y solidarios; pero lo más importante de todo esto es que el propio entrenador debe creer en el producto que está vendiendo. Todo esto se convierte en papel mojado cuando la figura principal, el modelo, queda al descubierto de sus verdaderos principios en los momentos de tensión, cuando pierde el autocontrol. Pero esto va más allá, en muchas ocasiones la transmisión que se hace hacia los pupilos está marcada no por lo que se dice, sino por aquello que se transmite, esa comunicación no verbal pone de manifiesto y transmite subliminalmente la realidad de los pensamientos.

Hay que considerar la importancia del personal de las escuelas deportivas, muy infravalorada a pesar de la evolución del deporte. La cualificación técnica es elemental, sin embargo hay que poner especial atención a la cualificación humana y personal del entrenador. En las escuelas deportivas no se forman deportistas, se forman personas que valoran la importancia del deporte en toda su amplitud, y hay que darle la importancia que merece. Entrenadores y padres, son los principales modelos y referentes a seguir de una forma u otra, y deben saber qué tienen que transmitir, y formarse para ello, para conseguir lo que ellos quieren de sus jóvenes deportistas.

No puedo acabar sin mencionar que Dani Alves no me parece el mejor transmisor de valores deportivos que pisa los campos de fútbol, sin embargo hay cosas que no se pueden tolerar, estoy totalmente de su parte en esto, del mismo modo que en otras ocasiones con Eto’o, Prince Boateng y otros tantos casos de racismo en el deporte. Me parece increíble que tanta gente ponga de manifiesto la involución social que aún queda por erradicar. A todos ellos, lo peor que les deseo es que sus hijos no sean como ellos…

Un fuerte abrazo.

@JuankiLungaran

miércoles, 16 de abril de 2014

El árbitro… y su soledad.

Los años van pasando y el deporte evoluciona a pasos agigantados. Cambia la forma de verlo, la forma de vivirlo, la moda deportiva, los sistemas de juego, la tecnología que lo rodea, y un sinfín de aspectos. Sin embargo hay algo que nunca cambia, que siempre sigue igual… EL ÁRBITRO. Esa figura tan odiada, que nunca sobresale por su buena actuación, pero que una mala decisión puede hundirlo. Esa figura que nunca se muestra al 100% correcta, que siempre podía haberlo hecho mejor. Ese eterno culpable, ese eterno odiado.



La mayoría de los asistentes a un partido tienen cierta facilidad para cargar con el árbitro. En cuanto toma una decisión que se considera inapropiada comienzan las protestas y los gritos. El árbitro siempre es considerado como un enemigo en el juego para ambos equipos y sus respectivas aficiones. Su criterio nunca parece acertado y en cualquier circunstancia que pueda darse en el juego siempre se sacan varias conclusiones que en pocos casos están acordes con su decisión. Pero esto va más allá, cuando señala algo que se considera como acierto pronto empezamos a escuchar el “¡ya está bien que des una!”. Ni acertando, llegan a acertar del todo. Nadie nunca va a estar totalmente de su parte. Siempre es tratado con hostilidad, insultado, criticado y, desgraciadamente, en los peores casos agredido.

Pero ¿a qué se debe ese odio? Desde aquí me gustaría hacer un breve análisis del porqué. El árbitro es una figura que influye directamente en el juego y resulta muy sencillo hacer de él el protagonista de un encuentro por muchas razones.

En primer lugar, entendemos que sus decisiones marcarán el juego, que beneficiarán o no a mi equipo. Nunca llegamos a considerar totalmente lo que el jugador ha hecho, sino la decisión que ha tomado el árbitro al respecto. En ese caso, está solo.

En segundo lugar, es entendible que tanto los equipos como los jugadores ejerzan presión sobre el árbitro para intentar influir en lo que ha decidido, pero más aún en lo que pueda o no decidir en las próximas acciones del juego. Cuando se ha equivocado nadie duda en hacérselo saber, pero son pocas las veces que se aplauden (sin ironía) sus decisiones correctas.

En tercer lugar, el equipo arbitral (entre 1 y 4 miembros) se encuentra sólo entre fuego cruzado. Son muchos los miembros de un equipo (titulares, suplentes, entrenadores, delegados…) ejerciendo algún tipo de presión, y más aún cuando tienen una afición detrás que alienta sus protestas o aviva el fuego de la intensidad en el juego. Las masas suelen ser anónimas, y resulta muy fácil ser uno entre una multitud. Así el grupo es más fuerte, pero más radical y fanático y con facilidad se pierde el control de la masa.


Por último, la figura del árbitro representa la autoridad, quién tendrá la última palabra en cada situación, y es por ello que adquiera una connotación negativa frente a la que hay que revelarse.

De todo esto, podemos concluir en que todo el mundo tiene un criterio frente a una acción, que todos podrían ser árbitros. Si hay una crítica es porque existe un criterio. Pero ¿quién se atreve a tomar las riendas? Esto ya no resulta tan sencillo…

Pero, ¿quién realmente se ha parado a pensar cómo es ser árbitro? ¿Quién es capaz de imaginar lo piensa un árbitro o cómo procesa la información? La profesión arbitral resulta más dificultosa de lo que la mayoría se ha parado a pensar. La dificultad no es otra que tomar la decisión más acertada en el mínimo periodo de tiempo, teniendo en cuenta todos los factores que condicionan de forma directa o indirecta el juego (presión atmosférica, condición emocional de los jugadores, estudio premeditado del juego de ambos equipos y jugadores, entre otros tantísimos…). Una laboriosa tarea que pocos se han parado a valorar, pero resulta el rol más complicado durante un encuentro.


No puedo acabar el post sin referirme a la educación. La educación que estamos ejerciendo sobre los jóvenes deportistas con respecto a la figura del árbitro. El respeto debe ser primordial, debemos educar para dialogar y no para discutir. Sacaremos más de alguien simplemente hablando o comentando la acción. No debemos caer en las facilidades que proporciona se parte anónima de un tumulto irritable. No debemos adquirir como modelo a los mediáticos, ellos se juegan puestos millonarios y dejan a un lado el respeto. Debemos tener principios y criterios propios y ejercerlos modélicamente para empapar a las futuras generaciones de la importancia del respeto por la figura del árbitro, el juego limpio y el cumplimiento de las normas. Y debemos concebir al árbitro como un educador en el juego. Sólo así conseguiremos seguir avanzando en la evolución de nuestro deporte.

Te recomiendo que si alguna vez estás sentado al lado de un 'energúmeno' de estas características, le invites a que se relaje y disfrute del espectáculo que tiene delante, que se supone que es a lo que ha ido al campo...

Un abrazo.

@JuankiLungaran

martes, 28 de enero de 2014

El fútbol, la contracción del deporte.

Que nadie se asuste ni se incomode al leer este título. Durante la jornada de ayer, lunes 27/01/2013, tras haber visto el programa deportivo más famoso de España (Deportes Cuatro) ha crecido mi indignación. Después he corrido a averiguar cuáles eran las portadas de los gigantes de la prensa deportiva escrita. Mi indignación ha seguido en aumento, así que he hecho una pequeña reflexión en la página de Facebook DeportivaMente, que a mi juicio y al de muchos otros, ha resultado muy acertada.

Como he comenzado, que nadie se incomode. Yo soy el primer forofo del fútbol, y me resulta atractivo como al que más. Me apasiona, y como la mayoría, soy aficionado de un equipo en concreto. Creo en los métodos, conozco principios tácticos, tengo mis opiniones como todos, me encanta que este sea año de Mundial, y cada día de partido me gusta disfrutar del momento de ver a mi equipo.
Pero claro, no soy amante de un solo deporte. Existen otros por los que siento devoción, y me incomoda que los medios deportivos intenten a toda costa monopolizar la esencia del deporte en el fútbol. Y, ¿sabes de quién es la culpa? Efectivamente, del dinero. Y es que los medios de comunicación gastan millones y millones para poder emitir las imágenes que nos deja el fútbol cada día. Claro, esto crea más y más afición, y ha llegando un punto en el que si quieres ser parte de esa afición tienes que gastar mucho dinero para poder comprar una entrada, una camiseta o simplemente verlo por TV en casa. A su favor, cuenta con unas cifras escandalosas de audiencia, cada día son más personas las que practican este deporte. Pero, ¿y los demás qué? Todo esto contribuye a que el resto de deportes estén quedando fuera del alcance de la audiencia. Las cifras de federados en el resto de deportes quedan mucho más por debajo de las del fútbol. ¿Esto convierte el fútbol en el mejor deporte? No voy a entrar en la simpleza de qué es mejor o peor, simplemente opino que el fútbol no es el mejor emisor de principios y valores, ya que cuando los intereses que hay en juego son tan grandes, hay que ganar a toda costa. Y por no hablar de la figura del árbitro, que pasa a ser el villano de cada semana (por favor, leed el post de mis amigos de Espacio Fútbol @FutbolPsicologi).

Todo esto está desembocando en que, en otras modalidades deportivas estén desapareciendo clubes de gran elenco en el pasado. Que jugadores profesionales tengan que desarrollar sus carreras en otros lugares, y que incluso deportistas de élite tengan que pedir literalmente ayudas económicas para poder participar en campeonatos mundiales.

Ayer, mientras todas las portadas y sumarios de los medios ocupaban la chilena no-gol de CR7, el nuevo rol de pasador de Messi, los ‘piques’ en los partidos de Diego Costa y el repaso a todos los goles de las ligas europeas durante más del 90% del tiempo de emisión, la selección española de balonmano acababa de proclamarse medalla de bronce en el Campeonato de Europa de Dinamarca. Mi amigo Jorge Maqueda (@maqueda5), es medalla de bronce y oro en el Mundial de Balonmano (2011 y 2013), y medalla de bronce en el Europeo (2014), sin embargo ha tenido que marcharse a Francia para jugar, porque aquí la liga Asobal está perdiendo todo por lo que tanto habían peleado durante tanto tiempo. Para mí es tan grande como Iniesta, Casillas o Xabi Alonso. Además, Rafa Nadal acababa de perder la final del Open de Australia con el mayor de los señoríos que se pueden perder. Dejándose la piel por acabar un partido que él mismo sabía que iba a perder por su lesión de espalda y su llaga en la mano izquierda que tanto le ha hecho sufrir en el campeonato. Y por último, se acababa de realizar el sorteo de la Copa de la ACB del que ni siquiera mencionaron los resultados.

En definitiva, considero que el fútbol no es lo que se demanda, creo que es la única oferta. Y que gracias a su difusión lo único que se está consiguiendo es devaluar otras modalidades deportivas, que la lesión del jugador ‘tal’ sea asunto de estado, que cada día la famosa ‘rotonda de Valdebebas’ esté a rebosar (algún día ocurrirá algo), que las aficiones de los equipos se enfrenten hasta límites psicóticos, y que el precio del fútbol se siga disparando. A mí me encanta el fútbol, lo disfruto como todos, pero vamos a darle a cada cosa el valor que merece.


Un abrazo.

@JuankiLungaran

martes, 7 de enero de 2014

¡Feliz Año Nuevo! Pero los propósitos poco a poco...

¡Feliz Año a tod@s! Desde deportivaMente me gustaría desearle a todo el mundo que este año esté lleno de salud y trabajo y que todos vuestros deseos y propósitos se hagan realidad.

Y hablando de propósitos, bienvenidos a Enero, el mes de los gimnasios, las dietas milagro y las costumbres forzadas. Si, es así. Este es un mes en el que casi todo el mundo se propone quitarse esos kilitos de más. Todos empezamos el año con energías renovadas, llenos de ilusiones que poco a poco vamos dejándonos en el camino (la mayoría durante el mes de enero). Hoy, sin profundizar mucho en el tema, me gustaría hablar de lo que todos los que realmente “conocemos” el deporte sabemos.  Ni existen las dietas milagro, ni existen las operaciones bikini.


Antes hablaba de las Costumbres Forzadas, he creado ese término a botepronto para definir el hecho de empeñarnos en hacer ejercicio a pesar de que nuestro cuerpo y nuestra mente nos dicen “¡¡¡QUE NO QUIERO!!!”. Y realmente tienen razón. Caemos en los topicazos post-navideños, y queremos darle al cuerpo más de lo que puede soportar poniéndonos como excusa todos los polvorones, mantecados, turrones, roscón y demás dulces típicos de la época. Y, claro, teniéndolos casi aún en el cuerpo nos hacen sentir culpable y queremos abarcar más ejercicio del que realmente podemos. ERROR. Duramos 4 días y empezamos a pensar en las dietas milagro.

Y luego vienen las dietas milagro, y claro como no acudimos al médico especialista el Dr. Google para que nos diga cuál es la más afín a nuestra personalidad. Ayer mismo, después de una última copiosa cena del Día de Reyes alguien me hablaba de una nueva dieta milagro que consistía en no comer nada durante dos días, y milagrosamente al tercero ¡podías comer casi lo que quisieras! ERROR. Mi respuesta fue sencilla y cietífica, “seguro que si el tercer día tampoco comes, adelgazas más…”.

El ejercicio físico no debería ser una actividad forzada, no es algo que deba utilizarse sólo para épocas de sobrecargas alimentarias y alcohólicas. El ejercicio físico debe ser una constante que nos permita sentirnos vivos y llenos de energía para afrontar nuestro día a día. No hay que caer en el error de sobreesforzarse. Hay que realizarlo de forma progresiva, a medio-largo plazo, y los resultados irán llegando a medida que pasen las semanas. Sin prisas. Aumentando el volumen y la intensidad semanalmente. De nada nos sirve salir una tarde a correr, estar dos horas, llegar reventado a casa y al siguiente día sentir que tienes termitas en vez de agujetas. No durareis ni una semana… Tampoco vale hacerse propósitos acorde con la condición física de nuestro cuerpo de hace 10 años, porque luego vienen las sorpresas.

Y luego están las dietas. La alimentación juega un papel primordial en nuestra vida, ¡y ojo! Que no quiero engañar a nadie, yo no soy el más indicado para hablar de buena alimentación (tampoco soy de los peores… jejejeje). La alimentación es del mismo modo que el ejercicio, una constante. Si es cierto que no soy partidario de esos tan estrictos con su alimentación, las fiestas están para disfrutarlas, y si uno se cuida y se “priva” de forma habitual, tampoco es muy complicado retomar esos hábitos tras el parón. De nada sirve pasar hambre durante unos días, si luego nos viene bien cualquier excusa para atiborrarnos.
También existen complementos naturales que pueden ayudarnos en nuestra alimentación y aportarnos beneficios para el ejercicio. Los tés por ejemplo son quemagrasas y además nos aportan energía.
En definitiva, estas energías renovadas y estas ganas de empezar con hábitos nuevos puede ser beneficioso, pero sólo si lo hacemos con calma, sabiendo lo que queremos y para cuando. Las operaciones bikini no son en enero y mayo, son durante todo el año, así que ya puedes empezar a cuidarte y a hacer ejercicio, pero poco a poco y sin prisas.


Estos dos no empezaron la operación bikini en Mayo del año pasado...

Un abrazo.

@JuankiLungaran