Esta
semana toca hablar de una de las habilidades más importantes que conciernen al
deporte, y a todos los aspectos de la vida, por supuesto. Sin embargo, quizá a
través del deporte podemos hablar de una forma más comprensible cuando nos
referimos a la motivación.
¿Qué
es la Motivación? Todo el mundo tenemos una idea más o menos clara de lo que
significa, pero ¿sabríamos definirla? La motivación resulta el elemento clave
para lograr el compromiso con el deporte, porque determina nuestro
comportamiento, dotándonos de la energía hacia nuestro objetivo. Todo esto
tiene un significado mucho más profundo. La motivación es ese “eso” que hace
que pongamos todo nuestro empeño en aquello que tanto nos gusta. De esta forma,
en función del grado de motivación nuestro entrenamiento (o partido) determinará
cuanta intensidad, concentración o constancia pondremos en nuestra tarea.
Por
consiguiente, se trata de la búsqueda de objetivos que cada uno se marca en
función de lo que desea con su práctica deportiva. Cada uno propone sus propios
objetivos y a partir de ahí uno lucha por conseguirlos, cada uno pone sus
propios límites. Llegados a este punto, sé exactamente lo que todos estáis
pensando: “a partir de ahora mi objetivo será ganar el próximo mundial de
fútbol con la Selección Española”. QUERIDO LECTOR, a no ser que esté teniendo
el honor de que Casillas, Puyol, Sergio Ramos, Xavi, Villa, Iniesta o cualquier
otro de nuestros campeones estéis leyendo este post, OLVIDATE. Y de nuevo, sé
lo que piensas: “entonces, querido Juanki, te estás contradiciendo”. Campeón,
no puedes empezar a construir la casa por el tejado… Cada uno tiene que ser
capaz de fijar sus propias metas, pero del mismo modo, cada uno también debe
conocer su propio cuerpo, es decir sus límites y sus posibilidades. No puedo
fijarme ser campeón del mundo si solo he jugado 3 años al fútbol, por ejemplo.
Como en todos y cada uno de los aspectos deportivos, la motivación puede
entrenarse. Todo en deporte es progresivo, y cada gota de sudor cuenta para
conseguir nuestro fin. Sin embargo, todos los objetivos que nos fijemos deberán
estar acorde con nuestra propia realidad. Con los objetivos debemos buscar
nuestra superación, que no nos resulte sencillo alcanzarlos para no caer en el
aburrimiento, pero que tampoco sean inalcanzables, para no caer en la
desesperación. Deben suponer un reto, pero también una recompensa. Y a partir
de ahí, progresaremos para llegar un poco más alto. Subiendo los escalones de
uno en uno, para no tropezarnos.
Son muchos los
autores que se han interesado por el estudio de la motivación, y algunos
concluyen en la conocida Teoría de las
Metas de Logro. Esta teoría establece que la meta principal de un individuo
en los contextos de logro es demostrar habilidad, pero que puede estar
concebido en función de la orientación que el individuo tenga: orientación a la
tarea u orientación al ego.
Por orientación a
la tarea entendemos que el individuo concibe como éxito el dominio de la tarea
y el progreso personal. Se trata de la práctica de un medio determinado (una
finta en balonmano, por ejemplo) hasta alcanzar el dominio, y a partir de ahí
ser capaz de afrontar situaciones que requieran de ese recurso técnico, y el
deportista entiende que ha progresado para mejorar y aportará beneficio, en
este caso a su equipo. Es una orientación focalizada sobre el medio y no sobre
el fin.
Por otro lado, en
la orientación al ego, el éxito se define como superación a los rivales y
demostración de mayor capacidad. Aquellos individuos que adquieren esta forma
de trabajar, luchan constantemente por un reconocimiento del resto. Su único
fin es destacar por encima de los demás, y por tanto, se focaliza sobre el fin,
sin darle tanta importancia al medio.
Ahora que seguro
que estás pensando en la gente que conoces, y sabes exactamente cuáles de tus
amigos o compañeros trabajan en función de estas orientaciones, pero, y te
prometo que esta vez sí es la última que adivino lo que estás pensando (por hoy):
“¿qué hace que unos trabajen de una forma y otros de otra?”. Aunque para
contestar esta pregunta de forma completa y certera podríamos pasar horas y
horas de investigación, de forma muy escueta, la diferencia está marcada por el
contexto del individuo. Cada uno de
nosotros estamos inmersos en un ambiente que determina nuestra conducta,
nuestra forma de pensar, de actuar… El clima familiar o deportivo puede
condicionarnos (sobre todo de forma inconsciente por parte de los transmisores)
hasta el punto de hacernos pensar y procesar la información de una forma
determinada. En este caso, y proponiendo un ejemplo muy extremado: un
entrenador que riñe a su “jugador estrella” porque uno de los “jugadores
mediocres” lo ha regateado en el entrenamiento de fútbol. Piénsalo… ese
entrenador tiene varios problemas que resolver consigo mismo, y no imaginas la
cantidad de entrenadores que existen con este perfil. Volviendo al tema, esta
forma de trabajo hará que los jugadores orienten hacia el ego sus motivaciones,
buscando siempre referencias que superar y sin poder evitar constantemente las
comparativas.
Por último, ambas
formas de trabajar, siendo más correcta y equilibrada la orientación a la
tarea, pueden conseguir que cualquier deportista alcance la élite.
¿Sabrías
identificar la forma de trabajar de los siguientes deportistas?
Yo creo que no lo he puesto muy difícil...