martes, 13 de agosto de 2013

Calienta, que vas a salir.

Después de escribir el post anterior, me quedé con ganas de hablar sobre el tema del calentamiento. Así que me he puesto manos a la obra y esta semana toca hablar de una de las partes más importantes en la competición. No, mentira, ¡¿cómo que de la competición?! Espero que no hayas leído esto y te hayas quedado tan tranquil@… ¡¡¡UNA DE LAS PARTES MÁS IMPORTANTES DEL DEPORTE!!! Confío en que no me hayas criticado duramente por la broma, sé que no me voy a ganar la vida en el Club de la Comedia.

            Volvamos a lo que a ti y a mí nos interesa. ¿Qué es el calentamiento? A simple vista, esta es una pregunta que todos podemos responder sin dar muchos rodeos. Todos coincidiríamos en que es la parte previa al ejercicio, que sirve para prepararlo para la actividad física posterior, que será de mayor intensidad. Esta sería la definición que la mayoría de la gente entiende por calentamiento. No voy a decir que no es cierta, pero lo que sí es cierto es que se aleja mucho de la definición completa, que va muchísimo más allá. Yo diría que esta definición es la punta del iceberg.
            Durante el calentamiento actúan varios agentes que intervendrán en el juego. En primer lugar, el calentamiento es la fase del juego en la que, como he apuntado antes, el cuerpo se prepara la competición, ¿pero cómo? A través de un incremento del ritmo, el cuerpo (en su concepto más general y físico) va aumentando la temperatura para adecuarla al esfuerzo. La frecuencia cardiaca va incrementando, de forma que la sangre se desplaza de forma más rápida a través de nuestro cuerpo, haciendo llegar el oxígeno que requieren los músculos para sus funciones. A su vez, la frecuencia respiratoria también se incrementa en número y en volumen para cubrir la demanda de oxígeno. Así que vamos a dar paso al apartado que a mí más me gusta: las comparaciones. Imaginemos que tienes un coche, de tu marca favorita de automoción, único en el mundo, sólo existe el ejemplar que tú posees, y su valor es incalculable. Como es algo inédito imagino que ese flamante cochazo debes cuidarlo a más no poder, procurando que no se raye nunca, pasándole las revisiones oportunas, cuidando la presión de las ruedas y limpiándolo muy a menudo. Dispones de las 24 horas del día para disfrutar de él, y además haces un uso continuo, sólo lo paras cuando lo guardas en el garaje. Estoy seguro de que tod@s lo cuidaríamos a rabiar, y siempre estaríamos pendientes de que no le pasase nada. De lo que no estoy tan seguro es que seas capaz de sacarlo a la calle y nada más arrancarlo aceleres hasta ponerlo a 200 km/h., cambiándolo de marcha a las 5000 rpm, y sin ponerte el cinturón de seguridad. Seguramente el motor estará sufriendo, con el riesgo que conlleva de averiarse, ‘griparse’ y demás jergas de ‘lesiones de taller mecánico’. Amig@ mí@, ese coche es tu cuerpo.



Pasemos a otro aspecto: el conductor del cochazo. El calentamiento tiene una función psicológica en el ámbito deportivo. Esta función es la parte en la que el deportista debe adquirir una concentración intensa previa a la competición. Existe por tanto una fase de evasión de los aspectos externos a la actividad inmediata, es decir, nos olvidamos del mundo y nos concentramos en lo que vamos a hacer, tratando de imaginarnos cómo lo vamos a hacer y focalizándonos en el éxito que vamos a obtener (yo no me molestaría ni en ponerme el equipo para pisar el campo pensando que voy a perder), aunque sabiendo colocar nuestras expectativas (dudo que mi equipo de fútbol 7 gane 15-0 al Barça).
La concentración para jugar un partido que exija cierto rendimiento e importancia (cada uno le asignará el valor que crea correspondiente) debe ser previa incluso a la llegada al campo. Es importante mantener unos momentos de tranquilidad, sin alteraciones, durante por lo menos el día previo. Aunque tampoco se debe nunca alterar el ritmo de vida habitual, es decir, sin abandonar la rutina. Esto significa que puedes darle el paseo a tu perro la noche antes del partido, si es lo que haces cada noche, y ambos lo vais a agradecer. Por tanto, ese conductor del cochazo es tu mente, y tú decides cómo quieres conducir tu coche.



       Solo me queda una cosa más que añadir: la Dirección General de Tráfico. Desgraciadamente, está muy extendida la cultura de jugar en frío. Aunque dé por hecho que todos los que estáis leyendo este post sois auténticos deportistas, hay muchísima gente que concibe el calentamiento como una pérdida de tiempo. De primera mano, he podido observar cómo jugadores de balonmano muy experimentados cogen el balón antes de entrar a la pista, y una vez dentro lo primero que se les ocurre es hacer un lanzamiento a la escuadra con todas sus fuerzas, así sin casi sin atarse los cordones. Pero donde suele ocurrir esto muy a menudo es en los campos de fútbol (el deporte más practicado con diferencia), donde nada más pisar el césped se chuta con todas las fuerzas para marcar el primer gol, y piensan “¡jo! ¡Soy un crack tirando! El portero ni se ha movido”, claro amigo mío, el portero tampoco ha calentado, y si se estira se parte en dos. La mayoría de los aficionados al fútbol profesional vemos como por televisión los jugadores entran al campo después de verlos calentar unos minutos por la banda, y pensamos “anda, si esto de calentar es más bien saludar al público”, y claro cualquiera no imita a un Falcao o un Özil, con lo buenos que son... Ellos han calentado un buen rato antes del partido, pero Canal+ no lo ha emitido porque estaban vendiéndote el partido de dentro de 3 meses.



Con todo esto, luego vienen las lesiones, y con ellas nunca pensamos en nosotros mismos como agentes perjudiciales, y siempre tras la lesión podemos escuchar clichés tan conocidos como:
-“¡Vaya mierda de botas que tengo, mañana me compro otras!”. Otro error muy extendido por cierto, es comprar botas con tacos inadecuados al terreno.
-“¡Vaya tela con el encargado, es que no riega lo que tiene que regar!”. Otro que tiene la culpa de que tus tobillos estén como la nevera de un esquimal.
-“¡Ah! Un tirón, qué mal le he pegado al balón”. Mentira, te he visto chutar 100 veces y siempre lo haces así de mal.
O una de mis favoritas:
-“Como me duelen las rodillas con esto del césped artificial, con lo bien que se jugaba en las eras”. Claro que si campeón, los 25 años y los 70 kilos que tienes de más no tienen la culpa, y encima échaselos a tus rodillas en movimiento, y recién levantadas de siesta, que ellas no tienen la culpa, hombre...

Y así sucesivamente, hasta un sinfín de frases dignas de un monólogo de Goyo Jimenez.

            Mi propuesta es, para todos aquellos educadores deportivos, el calentamiento es una parte fundamental del deporte, y debe ser enseñado como lo importante que es, y no como un acto mecanizado previo a un partido o entrenamiento. Y para todos aquellos amantes del deporte, y sobre todo del deporte amateur, confío en que valoréis la importancia del calentamiento, y lo incorporéis a vuestra rutina previa a cualquier partido, entrenamiento o ‘pachanga’, para luego no tener que oíros quejaros con este tipo de frases, de las que particularmente suelo preferir no decir nada y esperar a que alguien empiece a darse cuenta de qué puede hacer para cambiarlo.



Un abrazo, y hasta la próxima.

@JuankiLungaran

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