jueves, 18 de julio de 2013

¡MOTÍVATE!

Esta semana toca hablar de una de las habilidades más importantes que conciernen al deporte, y a todos los aspectos de la vida, por supuesto. Sin embargo, quizá a través del deporte podemos hablar de una forma más comprensible cuando nos referimos a la motivación.

¿Qué es la Motivación? Todo el mundo tenemos una idea más o menos clara de lo que significa, pero ¿sabríamos definirla? La motivación resulta el elemento clave para lograr el compromiso con el deporte, porque determina nuestro comportamiento, dotándonos de la energía hacia nuestro objetivo. Todo esto tiene un significado mucho más profundo. La motivación es ese “eso” que hace que pongamos todo nuestro empeño en aquello que tanto nos gusta. De esta forma, en función del grado de motivación nuestro entrenamiento (o partido) determinará cuanta intensidad, concentración o constancia pondremos en nuestra tarea.

Por consiguiente, se trata de la búsqueda de objetivos que cada uno se marca en función de lo que desea con su práctica deportiva. Cada uno propone sus propios objetivos y a partir de ahí uno lucha por conseguirlos, cada uno pone sus propios límites. Llegados a este punto, sé exactamente lo que todos estáis pensando: “a partir de ahora mi objetivo será ganar el próximo mundial de fútbol con la Selección Española”. QUERIDO LECTOR, a no ser que esté teniendo el honor de que Casillas, Puyol, Sergio Ramos, Xavi, Villa, Iniesta o cualquier otro de nuestros campeones estéis leyendo este post, OLVIDATE. Y de nuevo, sé lo que piensas: “entonces, querido Juanki, te estás contradiciendo”. Campeón, no puedes empezar a construir la casa por el tejado… Cada uno tiene que ser capaz de fijar sus propias metas, pero del mismo modo, cada uno también debe conocer su propio cuerpo, es decir sus límites y sus posibilidades. No puedo fijarme ser campeón del mundo si solo he jugado 3 años al fútbol, por ejemplo. Como en todos y cada uno de los aspectos deportivos, la motivación puede entrenarse. Todo en deporte es progresivo, y cada gota de sudor cuenta para conseguir nuestro fin. Sin embargo, todos los objetivos que nos fijemos deberán estar acorde con nuestra propia realidad. Con los objetivos debemos buscar nuestra superación, que no nos resulte sencillo alcanzarlos para no caer en el aburrimiento, pero que tampoco sean inalcanzables, para no caer en la desesperación. Deben suponer un reto, pero también una recompensa. Y a partir de ahí, progresaremos para llegar un poco más alto. Subiendo los escalones de uno en uno, para no tropezarnos.

Son muchos los autores que se han interesado por el estudio de la motivación, y algunos concluyen en la conocida Teoría de las Metas de Logro. Esta teoría establece que la meta principal de un individuo en los contextos de logro es demostrar habilidad, pero que puede estar concebido en función de la orientación que el individuo tenga: orientación a la tarea u orientación al ego.

Por orientación a la tarea entendemos que el individuo concibe como éxito el dominio de la tarea y el progreso personal. Se trata de la práctica de un medio determinado (una finta en balonmano, por ejemplo) hasta alcanzar el dominio, y a partir de ahí ser capaz de afrontar situaciones que requieran de ese recurso técnico, y el deportista entiende que ha progresado para mejorar y aportará beneficio, en este caso a su equipo. Es una orientación focalizada sobre el medio y no sobre el fin.

Por otro lado, en la orientación al ego, el éxito se define como superación a los rivales y demostración de mayor capacidad. Aquellos individuos que adquieren esta forma de trabajar, luchan constantemente por un reconocimiento del resto. Su único fin es destacar por encima de los demás, y por tanto, se focaliza sobre el fin, sin darle tanta importancia al medio.

Ahora que seguro que estás pensando en la gente que conoces, y sabes exactamente cuáles de tus amigos o compañeros trabajan en función de estas orientaciones, pero, y te prometo que esta vez sí es la última que adivino lo que estás pensando (por hoy): “¿qué hace que unos trabajen de una forma y otros de otra?”. Aunque para contestar esta pregunta de forma completa y certera podríamos pasar horas y horas de investigación, de forma muy escueta, la diferencia está marcada por el contexto del individuo.  Cada uno de nosotros estamos inmersos en un ambiente que determina nuestra conducta, nuestra forma de pensar, de actuar… El clima familiar o deportivo puede condicionarnos (sobre todo de forma inconsciente por parte de los transmisores) hasta el punto de hacernos pensar y procesar la información de una forma determinada. En este caso, y proponiendo un ejemplo muy extremado: un entrenador que riñe a su “jugador estrella” porque uno de los “jugadores mediocres” lo ha regateado en el entrenamiento de fútbol. Piénsalo… ese entrenador tiene varios problemas que resolver consigo mismo, y no imaginas la cantidad de entrenadores que existen con este perfil. Volviendo al tema, esta forma de trabajo hará que los jugadores orienten hacia el ego sus motivaciones, buscando siempre referencias que superar y sin poder evitar constantemente las comparativas.

Por último, ambas formas de trabajar, siendo más correcta y equilibrada la orientación a la tarea, pueden conseguir que cualquier deportista alcance la élite.
¿Sabrías identificar la forma de trabajar de los siguientes deportistas?










Yo creo que no lo he puesto muy difícil...
Un abrazo para todos. 
@JuankiLungaran

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tu tiempo!